DESAPEGO

Cuando los ojos ven con detenimiento un atardecer, es por su magnetismo; quién podría negar que la incontenible sensación de nostalgia invade el ser y no queda más que pensar que el final de algo se aproxima, en este caso el final de un día que vivido jamás volverá a ocurrir, sensación del cielo en mi retina pintado de amarillo.

Pienso. La vida se escapa en los detalles del día que camino, se escapa la oportunidad de decidir cómo camino el camino, con quién, en dónde... el final del día es el final de un ciclo de vida que aunque corto está determinando mi futuro, mi probable futuro, mi alma lo sabe y por eso se sacude frente al tránsito del sol y la luna. Sé que cuando oscurece lo veo, sé que cuando amanece no lo veo, quien lo haya sentido comprenderá el rigor de las palabras del que escribe con el dolor de la ausencia, de la soledad, quien jamás haya visto lo que yo en el cielo nunca entenderá la increíble metáfora que a diario la naturaleza nos brinda con milenaria sabiduría... ¿entonces por qué sufrir si el final es constante natural?; siempre seré consciente del dolor de algo que termina, siempre veré con magnetismo el final de aquello hermoso que no quiero que termine, o de aquello a lo que inevitablemente me he acostumbrado; pero lo que nunca veré es el surgir de la luz que ilumina el camino que aunque solitario ofrece la oportunidad de hallar un nuevo tránsito al lugar al que me dirijo, sólo seré consciente que amaneció cuando despierte.

Considero entonces que la nostalgia en el atardecer es inevitable, porque en el fondo el alma siente que algo a diario se extingue, pero sólo de esto son testigos aquellos que se detienen a pensar por un segundo en su vida... la que eligió, por mejor o por peor, la que eligió.

El ocaso es sin duda símbolo del duelo de la ausencia, del vació de aquello que se va, que se transforma y sólo quien viva en la eterna soledad podrá ratificarlo; asumo que es posible el consuelo después de cada anochecer pues viene un nuevo amanecer... no importa si está nublado, él representa un volver a iniciar, un ciclo nuevo para enfrentar, para fracasar, para caer, para depositar confianza y volver a defraudar, es una oportunidad más de cambiar y en caso tal que mi presente sea la felicidad, de ratificar, de construir una y otra vez con palabras y acciones un camino hacia mi anhelada realidad.

Soy consciente que como el día todo lo que empieza termina. 

Como lector de estas palabras llego con facilidad al punto final, pero como escritor de las mismas es justo el punto final el que cuesta poner, no quiero abandonar la reflexión que me da alivio, escribir me da alivio, siento que puedo comunicar aquello que nadie comprendería. 

Dar por terminado un ciclo es complejo, es difícil y cuesta trabajo porque en esencia somos seres llenos de temor y de inseguridades, pero no se podrá evitar, el punto final llegará en algún momento, lo que debo resolver es qué tan capaz soy de despertar y volver a iniciar... Pienso, cuesta trabajo levantarse cada mañana, cuesta trabajo pensar en iniciar de nuevo un pequeño proceso de la vida, cuesta trabajo escribir en una hoja en blanco, empezar cuesta trabajo porque todos en esencia tenemos temor de algo, de no ser felices, de perder... tenemos miedo y a cambio preferimos la sensación de dolor.

El punto final aunque difícil de escribir es necesario, creo que debo ser consciente de que la historia llega a su final, no porque yo quiera hacerlo sino porque un atardecer es inevitable, como inevitable es comprender que la vida es un ciclo que termina y vuelve a iniciar, es la vida. Desapego.

Algo del pensamiento...

EN SILENCIO...

Solo... invisible... triste lamento...
en el fondo, 
muy en el fondo la traición respondo...
 y no soy yo
quien en escena arma el alboroto
es otro
otro que desconozco
pues cuando el amor es el anhelo
en espera me congelo
no hay amor... no hay y me lamento

Hay una rosa...
la rosa dice que el amor existe y reposa
si, sólo lo dice
pero él sabe que no existe ni reposa
no hay necesidad,
no hay compañía,
no hay piel,
no hay tiempo
sólo sollozo y sueño...
no existe...
así la rosa diga que si, 
el amor se esfumó de aquí
lágrimas mojadas
lágrimas invisibles
lágrimas secas
todas ellas ha derramado
y en pena su duelo aún no ha terminado...

cuando tenga alientos
cuando se sienta valiente
cruzará los vientos
abandonará la rosa que promete
flor que indiferente 
lastima con espinas la frente
el corazón lo siente
la deja, ella presiente
estoy seguro que la deja
es lo mejor siempre
tiempo que todo destruye
él devastado construye...

no, la rosa eso no quiere
la rosa fría dice que quiere 
pero deja ir y hiere
duele, pero irse debe...
cuándo... 
¿cuándo será el cuando?
pronto... muy pronto
cuando el amor sea más corto

la rosa entonces dejará de verlo
pues en ella sólo frío sin  velo... 
destruye...
no ve, destruye...

la rosa al verse sola
buscará en el mar y las olas
pero jamás hallará
del que siempre escapará...

más tranquilo...